| Una plaza bella, en la que confluye la heterogeneidad de la centro histórico de Steckborn, y por extensión de todos los centro históricos de origen alto medieval, los antiguos muros de la ciudad, cementerio e iglesia, viviendas históricas, huertos, talleres artesanales, espacio de encuentro, juego e intercambio, y de transición hacía la a Obertorplatz, a la Agustinergasse, y de salida de la “almendra” histórica hacía la Schützengrabenstrasse.
Sin embargo en está heterogeneidad, en la que reside ciertamente la belleza y en la que cada uso, cada edificio, cada huerto, tiene un valor equivalente en un espacio desregulado (como ha de ser cualquier espacio para la vida), está sometido en la actualidad al uso de los aparcamientos en plena centralidad de la plaza.
Sus servidumbres de utilización, su regulación y los estandares de seguridad para apenas 12 plazas someten al conjunto de sus espacios y edificios a mero escenario de fondo de “espectáculo” de la viabilidad, que aunque imprescindible no deja de ser el más aburrido de los espectaculos de la vida de una ciudad.
Es por tanto el primer objetivo de la propuesta reducir el protagonismo del estacionamiento, deshacer la situación de cul de sac de la plaza, garantizando la seguridad del tráfico, reduciendo el número de plazas al mínimo posible con la última voluntad de que a largo plazo puedan ser todas la plazas de aparcamiento, ya que se dispone del mejor espacio de aparcamiento en las inmediaciones pero fuera del corazón de la ciudad, en la Schützengrabenstrasse.
Como parte de esta estrategía de re-equilibrio proponemos simplemente observar el movimiento de los vehículos en la propia plaza, y como independientemente de que haya plazas vacías en la zona central, los vecinos y visitantes habituales sitúan sus coches fuera de las zonas reguladas. Son precisamente esos lugares, frutos del sentido común de la experiencia de usuario, los que proponemos regular como plazas de aparcamiento, hasta sumar 6 plazas de estacionamiento temporal.
Afortunadamente, una vez garantizados unos mínimos y la seguridad vial, podemos retomar la propuesta para la plaza como espacio multifuncional, pero en la que ya está todos los ingredientes. Tenemos un plaza en leve pendiente con un espacio de centralidad donde destaca un Tilo histórico. Pensamos que no hay que inventar nada, y atender a las pequeñas decisiones que se formalizan en la letra pequeña, como es la correcta elección de materiales, resolver con elegancia la recogida de aguas y la llegada a los límites de la parcela. Cuando una plaza tiene ese carácter de centralidad, como un escenario, a menudo la decisión más importante es dejar de hacer, como en Siena o Lucca. (figs 1 y 2), y permitir que la plaza se use hasta donde llegue la imaginación de sus usuarios (fig. 3).
Creemos que el uso del pavimento de adoquines, donde hojas levemente cóncavas dirigen las direcciones de evacuación de las aguas, nos ofrece un tapiz continuo para los usos más diversos posibles, y que iguala en calidad ambiental a otros espacios más representativos de la ciudad como la Obertorplatz. En ese adoquinado se integran a su mismo nivel otros elementos del paisaje, para no restar protagonismo al Tilo, como son la fuente o los pequeños parterres ajardinados que nacen a ras de adoquinado. Entre estos elementos y los bancos trasladamos la nueva centralidad desde el Tilo hacia el sureste, en el espacio antaño ocupado por los aparcamientos y que ahora recuperamos para el uso ciudadano. |
